Otro año más, el 20-N, santo y seña del patriotismo español, merced al recuerdo
imborrable de José Antonio Primo de Rivera y de Francisco Franco, ha sido
conmemorado en su lugar natural, la Plaza de Oriente, donde tantas veces el
Caudillo de España convocó a los buenos españoles en torno a su persona para
defender la unidad, la grandeza y la libertad de nuestra Patria.
Convocados esta vez por el Nudo Patriota Español, el Movimiento Católico Español
y Acción Juvenil Española, con el apoyo de Fuerza Nueva Editorial, la web
Patriotas, Radio JLD-Unidad Católica, la Asociación In Memoriam Juan Antonio y
otras entidades patrióticas, un público fiel llenó el recinto de la Plaza
próximo al Teatro Real.
Aunque se ha ganado mucho espacio en el frontal, ante la tribuna, donde antes se
colocaban vallas de separación, la densidad y apreturas eran evidentes. Pero así
se gana en proximidad y atención entre los oradores y el público.
Sin tribuna, a pie de calle, a la misma altura que nuestro pueblo, que nuestros
militantes, los líderes y oradores están al frente con actitud de servicio, como
un deber, sin otro privilegio que ser adelantados en el servicio a Dios y a
España.
En la imagen, Luis Fernández-Villamea, José Luis Jerez, Francisco Torres, Emilio
Mariat, Eduardo Arias, José Luis Corral y José María Caballero.
Presentó el acto José Pedro Cruz, que expuso pormenorizadamente todos los
artículos de la Constitución vigente que dan facultades al Gobierno y al
Ejército para afrontar el desafío separatista. Leyó también sendos mensajes de
Antonio Tejero y de la Asociación "In Memoriam Juan Ignacio González".
Luis Fernández-Villamea leyó una carta de Blas Piñar para los concentrados,
donde recordó el espíritu que siempre nos movió a concentrarnos y volvió a
recordar las figuras excelsas de Franco y José Antonio.
Emilio Mariat, con ingenio, gracia y documentación puso el dedo en la llaga de
las incongruencias separatistas y relató varias anécdotas donde se evidencian
sus contradicciones.
José Luis Corral comenzó vitoreando a Cristo Rey en el día de su Festividad
litúrgica, recordó a Menéndez Pelayo y su sentencia de que en la medida en la
que España dejara de ser católica volvería al cantonalismo y la división.
También repasó la historia de una España bimilenaria a la que siempre perteneció
Cataluña como el resto de sus regiones, pues los territorios de España no han
sido fruto de una conquista, sino de una realidad geográfica, humana, cultural e
histórica anterior a sus regiones, que son posteriores a la misma existencia de
España, antiguamente llamada Hispania.
También denunció el crimen separatista y advirtió de las gravísimas
consecuencias que podría llegar a tener, sin descartar la guerra y un
sufrimiento indecible para millones de personas. Para evitarlo se hace necesario
despojar de la nacionalidad española a quienes no quieren ser españoles y
privarles de sus derechos políticos en España, dándoles un estatuto de
apátridas; hay que disolver a los partidos y organizaciones separatistas y hay
que desmontar el tinglado de las autonomías.
Por último, invitó a la unidad, que ya se está produciendo, de las fuerzas
nacionales para salvar a España.
Eduardo Arias hizo un extenso repaso a las conquistas sociales y económicas del
franquismo, se refirió después a la desastrosa situación a la que nos ha
conducido el actual sistema, señalando como responsables a toda la clase
política, a la que habría que jubilar. Y enumeró una serie de medidas que son
necesarias para reespañolizar a los españoles, hacer frente al separatismo y
conseguir la Justicia Social que necesita el pueblo español.
Para finalizar el acto se cantó con toda solemnidad el "Oriamendi". Luego, el
"Cara al sol" con el brazo derecho en alto, en ángulo de 45 grados y la mano
extendida. Por último, el Himno Nacional, que el público coreó con la letra de
José María Pemán.
También asistieron representantes de grupos patrióticos extranjeros, como puede
verse en algunas enseñas que ondearon en la plaza, especialmente italianas y
francesas.
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