FALSEDAD O AUTENTICIDAD
¿Respecto a qué pueden ser fal*sos los Protocolos? Se podrá
discu*tir su origen pero no los hechos que, como decía Pascal, son tozudos,
in*discutibles por definición y no preci*san de demostración. Aunque un
Tribunal o la Corte Superior de Justi*cia de la Humanidad, si la hubiere,
declarase su falsedad, no podrían negar la autenticidad de la evidencia de los
hechos, contra los que no se pueden oponer argumentos. Se han presentado como
pruebas de su autenticidad, entre otras, las siguientes:
b) Son abundantes las pruebas testimoniales de judíos que
han ex*presado su convicción de que los Protocolos eran auténticos, como la del
escritor judío austriaco Arthur Trebitch (9), o de Marcus Elie Ra*vage, así como
también la manifes*tación del escritor de origen hebreo René Groos (10), o la
de Jean Drault para quien los "Protocolos eran el Talmud adaptado alas
cir*cunstancias actuales".
c) Otra prueba de su autenticidad ha sido esgrimida como el
sello de fábrica, como decía Julius Evola en 1953, que continuaba viendo en los
Protocolos una marca judía en el do*cumento, por lo que "se podría decir
sin esfuerzo que, aunque los Proto*colos fueran falsos y sus autores agentes
provocadores, en ellos se reflejan ideas típicas de la ley y el es*píritu de
Israel" (11).
d) La fuerza mayor de su autentici*dad es la potencia
profética o el va*lor predictivo del documento. La Historia como plan. La serie
de he*chos sobrevenidos y previamente vaticinados no pueden ser fortuitos ni
meras casualidades. Esta es la prueba inequívoca de que una mano oculta dirige.
Por eso Evola conside*raba a los Protocolos en cuanto "va*lor del
documento como hipótesis de trabajo, incuestionable" (12). O como
apostillaba Fry, dado su carácter de evidencia, por lo que aun cuando no fueran
auténticos, nadie podría negar su veracidad. La cuestión de la autenticidad, en
este supuesto, pasa a segundo pla*no al confrontar los hechos. Con lo que está
escrito en los Protocolos, y al verificar su concordancia, excluida la
casualidad para admitir de plano la causalidad premeditada, por lo que la
disyuntiva es: o su autor era un verdadero profeta o, si no lo era, los
Protocolos son auténticos. Los hechos demuestran su verdad.
LOS PROTOCOLOS Y EL MISTERIO DE SU ORIGEN
LOS Protocolos vieron la luz por primera vez, publicados por
entregas, bajo el epígrafe: "Programa judío de la conquista del
mundo", en el diario de San Peters*burgo Znamia-El Estandarte que dirigía
P. A. Krouchevan, inicián*dose la inserción el 26 de Agosto de 1903 y
finalizando la serie de capítulos de la edición abreviada el 7 de Septiembre de
aquel mismo año. Su texto se reprodujo más tar*de en 1905 en un pequeño folleto
con el título de El origen de nues*tros males.
La aparición en un periódico local y, posteriormente, la
recopilación en un folleto de escasa tirada en la ciu*dad de San Petersburgo,
pasó prácticamente inadvertida. Mayor eco tuvo la inclusíón íntegra del
do*cumento, tal como se nos ha dado a conocer, formando parte o integrando el
capitulo XII del libro de Serge Alexandrovitch Nilus titulado “Lo grande en lo
pequeño, el Anticristo como posibilidad política inminente. Escritos de un
ortodoxo”, que ya habia sido publicado en su edición principe en 1901 –en la
que aun no contenia su versión de los Protocolos, los cuales fueron agregados
como capitulo independiente en la segunda edición de 1905, impresa en Tsarkoie
Selo- una localidad que servia de residencia imperial a los Zares, cercana a
San Petersburgo. Contenia las 24 sesiones o Actas atribuidas a los Sabios de
Sion. Y asi, quedaria como parte integrante de su libro en las sucesivas
reediciones de 1911, 1912 y 1917.
En Enero de 1906 y con el título Los enemigos del género
humano, la imprenta de la Institución de Sordomudos de San Petersburgo
reeditaba, con un prólogo explicatívo de Georges Vassilievitch Boutmi, un nuevo
folleto con el texto de los Protocolos que fue distribuido por la organización
Unión del Pueblo Ruso. Su contenido se dividía en XXVII sesiones. Era el mismo
original de Znamia (El Estandarte) con pequeñas variantes de matiz. El
manuscrito, de hojas amarillentas y un borrón de tinta en la cubierta, estaba
en poder de Serge A. Nilus según el testimonio de Ale*xandre du Chayla (1)
recogido en la revista La Tribune Juive en su *número 72, del 14 de Mayo de
1921. Chayla, oficial cosaco de origen francés, se habia entrevistado con Nilus
en 1909 durante su retiro en el monasterio Optina Poustyne, donde se recluyó
para estudiar la vida monástica de la Iglesia Rusa reincorporándose
posteriormente a la vida de la milicia, en la que llegaria a formar parte del
estado Mayor del Ejercito de los cosacos del Don hasta 1921, momento en el que,
después de la evacuación de Crimea, pudo llegar a Lyon, via Constantinopla.
Nilus les fue presentado por el prior del monasterio, el
archimandrita Xenophon, al que conocía por residir en las proximidades del
recinto religioso. En 1909 tenia Nilus cuarenta y cinco años; era un hombre
alto, fuerte, con barba canosa y ojos azules y penetrantes. Su familia era de
origen escandinavo, de Suecia, que se habia instalado en Rusia en tiempos de
Pedro I. Había estudiado la carrera de Leyes en Moscú y hablaba correctamente
varios idiomas, entre ellos el francés, el ingles y el alemán. Conocía a fondo
la literatura europea y era un lector empedernido de manuales de filosofía.
Habia recorrido Europa como observador y viajero llegando hasta Biarritz. En
1900 ingreso como monje para entregarse a una vida mística y espiritual,
llegando a ser confesor del emperador. Contrajo matrimonio con Helena
Alexandrovna Ozerova –antigua dama de honor de la emperatriz Alejandra- hija
del Presidente de la Corte de Justicia y antiguo embajador de Rusia en Grecia.
Desde 1907 vivía en la hospede*ría del Monasterio de Optina
Poustyne con su esposa y su insti*tutriz Natalia Afanassievna Ko*marovsky. En
1918 se encontraba en Kiev y después de la caída de Hetman se marchó a vivir a
Alema*nia, muriendo en Polonia en 1929. Nilus era un hombre espartano, austero,
reflexivo, callado. Al con*sagrarse como religioso, peregrinó por los más
importantes monaste*rios de Rusia para poder acceder a sus bibliotecas, donde
incrementar su ya amplísima cultura; se alimen*taba exclusivamente de pan que
él mismo bendecía. Nilus había confesado a Chayla, cuando le mostró el
original, que el manuscrito no lo tenía consigo por temor a que le fuera
sustraído por los judíos, por lo que confiaba su guarda y custodia al monje
Daniel Bolotoff y, al morir éste, al herma*no Alexis. En su libro explica cómo
el manuscrito le llegó por media*ción de un mariscal de la nobleza rusa llamado
Nicolaevitch Souk*hotine, a quien se lo había entrega*do Justina Glinka -hija
de un ge*neral ruso-, quien a su vez lo había adquirido por 2.500 francos a un
ju*dío de la logia Mizraim. El mariscal Soukhotine había dado una copia a
Stepanoff -procurador del sagrado sínodo de la Iglesia Ortodoxa de Moscú- y
otra a Nilus, quien final*mente decidió incorporarla a la se*gunda edición de
su obra, en 1905.
El texto ha sido atribuido al propio Teodoro Herzl -padre
del sionis*mo-, aunque la opinión más exten*dida es que se debe a Asher
Ginz*berg, también conocido como Achad-Ha-Am, prominente judío de Odessa al que
sus contemporáneos denominaban como "rey de los judí*os", y que fue
uno de los que induje*ron a Lord Balfourd en Noviembre de 1917 a prometerles
formalmente la creación de un "hogar nacional" para los judíos en
Palestina. Asher Ginzberg era natural de Kiev, donde nació en 1856. Judío
cázaro, era hijo de un recaudador de impuestos. En Odessa organizó una sociedad
secreta llamada B'nai Moshe -Los hijos de Moi*sés-. Existen testimonios que
con*firman la existencia de los protoco*los en Odessa en idioma yiddish, como
el del propio Bernstein. Las Actas que forman el cuerpo de los Protocolos
fueron presenta*das por Ginzberg al congreso sio*nista celebrado en Basilea en
1898, al que acudieron, entre los importantes, Herzl y Max Nordau. Las Actas se
consideraron como materia secreta, reservada y alta*mente confidencial. Pero a
pesar de ello, fueron vendidas en 1905 al Jefe de Policía ruso en París,
Ratchkovsky, por los rabinos From -que posteriormente sería asesinado,
apareciendo su cadáver flotando en el río Danubio- y Asev, que moriría también
asesinado en circunstancias nunca aclaradas. La Okhrana -policía rusa- pudo
com*probar que el texto obtenido por mediación de Ratchkovsky -tam*bién
eliminado de forma violenta- y que remitió inmediatamente a su jefe, el general
Kourloff, coincidía exactamente con los Protocolos editados por Nilus, y que
hacía ya tres años aparecieron reproduci*dos en el periódico El Estandarte de
San Petersburgo.
En Londres se encuentra regis*trado en la biblioteca del
British Museum un ejemplar ruso de Ser*ge Nilus con el número 3926 d 17, que
lleva sello de entrada de 10 de Agosto de 1906. Se trata de un li*bro en
octavo, de bella estampa, bien encuadernado en cuero ne*gro, con 417 páginas,
de las que los protocolos ocupan las páginas 305 a 417. Es decir, 112 páginas
de la obra cuyo título reza: Lo grande en lo pequeño o el Anticris*to como una
posibilidad política in*mediata (notas de un ortodoxo. 2ª edición corregida y
aumentada), Tsarkoie-Selo, 1905.
NOTAS:
1) Giovanni Preziosi fue director del periodico
“Mezzogiorno” de Nápoles y Roma, asi como director de la Revista “La Viita
Italiana” y autor de numerosísimos libros y ensayos.
2) L’Internazionale Hebraica: I Protocolli dei Savi Anziani
di Sion. Roma 1938.
3) Presentación que hacía de los Pro*tocolos GottFried zur
Beek (Ludwig Mü*Iler), primer editor de la obra en lengua alemana. El libro lo
titulaba Los Secretos de Sión. Charlottenburg. Verlag auf Vor*posten. Diciembre
de 1919
4) León de Poncins, Ediciones Bos*sard, 1932
5) Rene Guénon, Compte Rendu. Estudios tradicionales. Paris.
Enero 1938.
6) Joaquín Bochaca Oriol, Los Proto*colos de los Sabios de
Sión. Editorial So*lar. Bogotá (Colombia), 1990. Pág. 1
7) Protocolos: Actas de las Reuniones secretas de los Sabios
de Israel. Edición La Vieille France, 1920. Introducción y epílogo de Urbain
Gohier.
8) Investigaciones realizadas por W. Creutz en 1934 y por
Beek, y Actas con*tradictorias del proceso de Berna (Suiza), de 1934 a 1937.
9) RISS nº 19, del 1 de Noviembre de 1938. Pags. 601-606.
10) René Gross. Le Nouveau Mercure. París, 1 de Mayo de
1922. Pags. 11-24.
11) Julius Evola, Los hombres en medio de las ruinas, 1953.
Pag. 189 de la Edición de pardés, de 1984.
12) Julius Evola, op. Cit. Pag. 187.
13) Edicones FAX, Los protocolos de los Sabios de Sión.
Traducción del duque de la Victoria. Séptima Edición. Madrid. Pag. 6.
Jose Luis Jerez Riesco
Monográfico de la revista “Mas Allá de la Ciencia” (¿Quién
mueve los hilos del Mundo?)
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