Entre el 84 y el 44 a.C., el rey dacio Burebista había creado un imperio que, con los Cárpatos como espina dorsal, incluía Transilvania, Banato, Oltenia y el centro y sur de Moldavia. Hasta tal punto era un reino poderoso que, durante la guerra civil que se desató entre Pompeyo y César por el control de la República Romana, el primero buscó infructuosamente el apoyo del rey dacio. Cuando Burebista cayó asesinado en 44 a.C. debido a un complot de la aristocracia tribal dacia opuesta a su poder, el reino dacio se dividió y su poder se eclipsó.
En el año 85, un caudillo denominado Dirpaneo consiguió consolidar de nuevo el poder dacio alrededor de la ciudad de Sarmizegetusa y, mediante un ejército reorganizado, empezó a atacar la fortificada Mesia romana, provincia situada en el norte de Bulgaria y noreste de Serbia. Como respuesta, en el año 87, el emperador Domiciano envió contra los dacios un ejército que, tras sufrir una hábil emboscada, fue diezmado frente a la ciudad dacia de Tapae. Tras esta victoria, Dirpaneo cambió su nombre por otro habitual entre los guerreros dacios, Decébalo, cuyo significado era "Fuerte como diez (hombres)". Decidido por la victoria, en el año 89, Decébalo pactó con los germanos atacar la frontera romana a la altura del Rin, por lo que Domiciano se vio obligado a pactar una humillante paz con él a cambio de un tributo y del envío de un equipo de arquitectos e ingenieros romanos que deberían embellecer Sarmizegetusa.
Cuando, en el año 98, Trajano ascendió al trono imperial, la política contemporizadora de Roma con los dacios llegó a su fin. El emperador César Marco Ulpio Nerva Trajano Augusto había nacido en Itálica (Santiponce), junto a la actual Sevilla, el 18 de septiembre de 53 y gobernaría el Imperio Romano desde el año 98 hasta su muerte en 117, siendo el primer emperador de origen no itálico y el primero de la dinastía Antonina.
Trajano desarrolló dos campañas en Dacia que le permitieron derrotar totalmente a los dacios y conquistar su reino. En la 1ª guerra de Dacia (101-102), fueron movilizadas siete legiones (I Adiutrix, II Adiutrix, III Flavia, VII Claudia, I Italica, V Macedonia y XIII Gemina), alguna de las cuales era de origen hispano o contaba en sus filas con legionarios hispanos.
Así, por ejemplo, a Legión VII Claudia, junto con la VI, VIII y IX, había sido fundada en Hispania por Pompeyo en el 65 a.C., todavía en tiempos de la República, constituyendo una de las más antiguas unidades del ejército imperial. Durante el triunvirato de Pompeyo, César y Craso (60 – 53 a.C.), la Legión VII Claudia luchó junto a César contra los galos y participó en la invasión de Britania, todo ello bajo un emblema con la figura de un toro que, con algo de imaginación, puede resultarnos incluso familiar.
Tiberius Claudius Maximus, el soldado romano que decapitó a Decébalo y entregó la cabeza a Trajano (106), servía en la Legión VII Claudia, aunque no era de origen hispano pues había nacido en Grecia. Luchó toda su vida militar junto a Trajano y murió el mismo año que el emperador.
La Legión I Adiutrix, formada por el gobernador de la Tarraconense y después emperador, Servio Sulpicio Galba, estaba integrada exclusivamente por hispanos, mientras que la Legión XIII Gemina, fundada por Julio César en el 57 a.C., en tiempos de Trajano contaba con una cohorte de auxiliares de Hispanorum. Tras la conquista de Dacia, la Legión XIII Gemina quedó definitivamente estacionada en Apulum (Alba) y allí permaneció hasta principios del siglo V, momento en el que se fechó su último registro.
Por último, en el año 105, con el objetivo de participar en la 2ª guerra en Dacia (105 – 106), Trajano formó la Legio XXX Ulpia Victrix, formada exclusivamente por hispanos. La XXX Ulpia Victrix tuvo su primer campamento en Dacia, aunque unos años después fue trasladada a Germania.
La agresiva política de Trajano en Dacia y, más tarde, en Partia, obligó a un importante esfuerzo militar que recayó, en buena parte, en Hispania, lo que provocó una cierta despoblación de varones en la Península en los primeros años del siglo II y la consiguiente queja de las autoridades locales. Tras licenciarse del ejército, muchos de los soldados que sirvieron en Dacia recibieron como recompensa tierras que trabajaron como colonos, estableciéndose así en el territorio conquistado y dando lugar a una comunidad de origen hispano en la futura Rumanía. Pero no sólo fueron soldados los hispanos que llegaron a la Dacia conquistada ya que, según atestiguan unas tablillas encontradas en Alburnus Maior (Roşia Montana) y fechadas entre 131 y 167 d.C., decenas de hispanos y sus familias, especialmente del norte peninsular, llegaron también a Dacia para trabajar en las minas de oro de la región, fundadas por Trajano, ampliando la comunidad de origen ibérico en la zona.
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