El universal derecho a la autodeterminación.
texto de debate
“Todos los pueblos tienen el derecho de
libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su
condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y
cultural”.
Artículo 1º del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos. (Adoptado por la Organización de Naciones
Unidas (ONU) en su resolución 2200 A (XXI), de 16-12-1966).
Si viniese un extraterrestre de otra galaxia
con el propósito de visitar Occidente y conocer más sobre nuestro
estilo de vida y nos preguntara cómo escogemos a nuestros gobernantes,
le contestaríamos que mediante medios democráticos (los mayores de edad
votan y el partido que más votos consigue, gobierna). Si acto seguido,
nos preguntase cómo elaboramos nuestras leyes le contestaríamos que
también por medios democráticos (las leyes se discuten en el Parlamento
y, si consiguen votos suficientes, quedan aprobadas).
Pero si después de eso nuestro amigo extraterrestre nos preguntase:
“¿Y las fronteras? ¿Cómo decidís las fronteras? ¿También por medios
democráticos?”. Ahí deberíamos responderle: “No, eso ya es a hostia
limpia. Con tanques y cañones. Con baños de sangre”. Seguramente nuestro
visitante galáctico no se llevaría a su planeta una impresión muy
civilizada de nosotros.
Soy partidario del derecho a la autodeterminación, derecho por cierto
aceptado por la Organización de Naciones Unidas (ONU) para todos los
pueblos sin excepción. Esto significa que si 27 estados soberanos
deciden unirse para conformar una nueva entidad (la Unión Europea (UE)
por ejemplo) me parece bien, siempre que sea por métodos democráticos.
Pero de igual modo, también me parece bien si un pueblo decide separarse
de otro (Serbia y Montenegro, por ejemplo).
Lo que ya no me parece tan bien es cuando hablo con una persona de
mover las fronteras de un estado de forma libre, pacífica y democrática y
mi interlocutor me amenaza con sacar los tanques a las calles. Ahí ya
no nos vamos a poder entender porque hablamos lenguajes distintos: yo el
de los votos y él, el de las pistolas.
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