jueves, 2 de octubre de 2014

Kale borroka 1 – Autoridad 0, Articulo de Paco Gil


Articulo de un compañero y columnista, el cual no tiene desperdicio desde esta pagina y grupo le damos las gracias por las aportaciones tanto de el como del resto a continuar siendo parte del Bastión Patriota.
Los graves disturbios que desde el anochecer del pasado viernes 10 de enero se vinieron registrado en
las calles del barrio burgalés de Gamonal por las obras de un bulevar, han llevado a la juez a ordenar el ingreso en prisión de 2 de los 13 detenidos el sábado día 11. No es fácil determinar por qué una obra aparentemente beneficiosa para la ciudad, que peatonaliza, ajardina y construye un carril bici y un aparcamiento torna en foco de violencia. Cierto es que, como cualquier cambio en el urbanismo, las obras traían una serie de contrapartidas -aparte de las molestias inherentes- como una reducción en el número de plazas de aparcamiento, la posible dificultad de acceso a los comercios, etcétera. Pero en todo caso, ése es un debate para los representantes de los ciudadanos y no para resolverlo los burgaleses en la calle y, menos todavía, recurriendo al patrón kale borroka. No soy yo el más legitimado para hablar de democracia, pero hete aquí que los manifestantes, tanto los pacíficos vecinos como los borrokas encapuchados, se autodefinen como demócratas, ergo, deberían conocer y practicar ellos mejor que yo los cauces democráticos para resolver sus desavenencias con sus legítimos «representantes» que, desde luego, no creo que consistan en arrasar con todo.
La protesta ciudadana es legítima siempre que se produzca dentro de la ley. Las imágenes de encapuchados rompiendo escaparates, destrozando mobiliario urbano y quemando contenedores, más propias de guerrilla urbana que de movimiento vecinal, son intolerables. No resulta complicado ver detrás de esa violencia la mano incendiaria de elementos de extrema izquierda que han aprovechado, una vez más, la oportunidad de reivindicarse y ensayar sus métodos de presión buscando ahora en el barrio del Gamonal el pretexto o la mecha que prender para hacer estallar el barril de la pólvora social convirtiendo la protesta de un barrio contra una decisión municipal en un asunto de calado nacional. De no haber sido por estos episodios de kale borroka no hubiera trascendido la noticia más allá de los medios de comunicación locales, todo lo más provinciales.
Se ha aventado la idea de que tras las obras está un constructor beneficiado por el PP, que gobierna Burgos. Nada hay probado en cuanto a esta suposición, pero en un país como el nuestro donde la corrupción está institucionalizada, cuando menos tiene trazas de verosimilitud. Pero incluso en caso de que así fuera, para eso existe una oposición en el Ayuntamiento que ha de controlar al equipo de gobierno y, en última instancia, si se encontrasen irregularidades, los tribunales de Justicia. La cosa es que el proyecto del bulevar de Gamonal no sólo ha pasado por sus pertinentes fases de diseño, elaboración y licitación, sino que además figuraba en el programa electoral del PP y que posteriormente fue consensuado con el PSOE. Un PP que en las últimas elecciones Municipales en 2011 obtuvo 91.688 votos frente a los 52.777 del PSOE o los 8.713 de Izquierda Unida, es decir, mayoría absoluta.
También se ha dicho que el consistorio ha aplicado muchos recortes y que el bulevar no es una prioridad. Pero quien establece las prioridades, a riesgo de equivocarse, es el alcalde con su equipo de gobierno elegido por los ciudadanos en las urnas y no en una tómbola ni mediante sobres de cromos. Siguiendo esa lógica, los ayuntamientos no podrían mover un ladrillo hasta no celebrar previamente una consulta en cada barrio doquiera planifique una obra, pero eso ya sería una democracia asamblearia y local, que no es la democracia representativa que la Constitución establece en su Título III, Capítulo I.
Los incidentes de Burgos han de servir para reivindicar algo obvio, incluso en tiempos convulsos y es que la democracia no la hacen vecinos en la calle a pedrada limpia ni destrozando el mobiliario urbano, sino sus representantes en las instituciones, que es en lo que se quedó tras el deceso del anciano general hasta, como ya digo, tal convenio entre las distintas fuerzas políticas legalizadas del momento se articuló en la Carta Magna. Otra cosa es que los ciudadanos, tras décadas de sonadas y continuas conductas neo-despóticas de sus legítimos representantes, se hayan dado cuenta, al fin, de que estos no les representan, lo que les obliga a plantearse si el sistema de elección de los mismos y su calidad política son las adecuadas para los intereses del conjunto de la sociedad y del país, cosa que tampoco puede hacerse a ladrillazos, a no ser que esa madurez democrática de la que tanto se ha venido presumiendo durante años sea tan quimérica como la representatividad que en sus políticos han venido delegando desde 1977.
Finalmente, el alcalde se ha rendido. En principio, anunció la paralización temporal de las obras tras cuatro noches de kale borroka. Cierto es que en Burgos no había efectivos policiales suficientes como para neutralizar a los encapuchados, pero no es menos cierto que el Gobierno central -del mismo color que el de Burgos- aparentemente tampoco se distinguió por su interés en los acontecimientos de la capital castellano-leonesa o, al menos, esa es la sensación que transmitió no enviando ni una sola dotación de Policía para reforzar la labor de los agentes burgaleses o, quién sabe, quizá también pudo ser por que esas unidades de refuerzo serían, a buen seguro, necesarias en Madrid. Al fin y al cabo, esa «espontaneidad» con que la izquierda prende sus antorchas lo hacía prever. Al final ha triunfado la ilegalidad, ha triunfado la kale borroka frente a una autoridad débil que ayer, viernes día 17, decidió paralizar de manera definitiva las obras del bulevar del Gamonal, lo que ha quedado anotado como maquiavélico precedente: el fin justifica los medios.
Paco Gil

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